Si bien ya lo publiqué en Fanfiction.net... también lo dejo por acá para que lo puedan leer. Tengo que ver, pero quizás dentro de unos días publico el segundo capítulo. Que disfruten este!
"UN SLYTHERIN NO TAN SLYTHERIN"
CAPÍTULO 1: “Alguien diferente”
Theodore Nott era, en muchos sentidos, un verdadero Slytherin; por lo menos, así se lo había dicho el Sombrero Seleccionador en su primer año (“¡hum! ¡Sí, veo en este muchacho muchas cualidades, sí, talento, ambición e inteligencia también, tanto Slytherin como Ravenclaw te ayudarían, ¿sabes? Y eres un niño muy reservado,, serías muy bueno gurdando secretos; así que... ¿en cual de estas dos casas te pondré?... mejor que sea en ¡¡SLYTHETIN!!”). Pero, por otra parte, había ciertas “cosas” que harían que tanto a Severus Snape, como Lucius Malfoy, e inclusive al mismo Lord Voldemort, se le pusieran los pelos de punta (bueno, si tuviera alguno), porque no eran “propios” de un “digno representante de la noble casa de Salazar Slytherin”: una de ellas era su total desacuerdo con la “clasificación” de las personas por sus “estatus de sangre” y todas esas teorías sobre la “pureza” que las familias más antiguas debían mantener por siglos (¡cómo si eso fuese posible, por Dios Santo!). Para él, sólo eran ideas absurdas, racistas, son otro fundamento que la locura o el fanatismo de algunas personas por impedir que la “familia” se cruzase con alguien que no fuese “sangre pura” (ni hablar si eran muggles o squibs), ya que se consideraban superiores a los otros... “No queremos que nuestra sangre se manche y se diluya con gente que sólo sirve para ser sometida a la voluntad de los magos puros”- decían. Porque ser de sangre pura te daba poder, prestigio, respeto, te hacía de la realeza... Y al contrario de la mayoría de los Slytherin, él no era engreido, ni egoísta o “se paseaba por todos lados mostrando lo que tengo”. Por eso no se interesaba por pandillas como la Draco Malfoy, “uno de los mejores alumnos que he tenido en mi casa2-según Snape. Además, y lo que es más importante, apoyaba (en secreto) a Harry Potter y su lucha contra el Señor Tenebroso, aunque su padre fuese uno de sus fieles seguidores...No podía entender como alguien podía “ir por ahí” matando a todo el mundo , para “limpiar” el Mundo Mágico y tomar el poder. Ya que creía que todas las personas (con magia o sin ella) eran iguales y merecían una oportunidad de vida; cada una tenia su talento. Sin embargo, no podía, ni debía... decirselo a su padre., no.... tenía miedo de lo que podóa pasarle.... sabía lo que podía pasarle si lo revelara.
Serio y callado, Theodore Nott era un Slytherin, distinto.
Por suerte para él, nadie lo conocía realmente... si es que a eso se le pudiese llamar “una suerte”. No tenía amigos, sólo “compañeros de casa”. Sin embargo, se había convertido de alguna forma en alguien respetado dentro de las serpientes, quizás por la pureza de su sangre (su familia tenía origines mas antiguos que hasta los de los Malfoy), aunque el prefiriese pasar desapercibido. Y lo conseguía, en ocasiones. Era solitario también por naturaleza, prácticamente casi toda su vida la había pasado solo, desde cuando vivía con su madre y padre en una oscura calle en una ciudad muy al norte de Escocia. En realidad, no se acordaba mucho de su antiguo hogar, aquél en el cual había nacido (ahora él vivía en una casa pequeña, a pocas cuadras de la Mansión Malfoy, con su padre), quizá, porque le recordaba a su madre, la única persona que lo había amado realmente... su mamá. Meneó la cabeza rápidamente, tratando de alejar o disipar de alguna manera los recuerdos que le venían a la mente, para evitar que se le formase un nudo en la garganta... pensar en ella lo ponía terriblemente mal, lo hacía sentirse solo en el mundo y le daban ganas de irse al lugar más lejano que existiera para poder gritar, y que el dolor se convirtiera en grito, y de esa manera liberarlo de su corazón... que no volviese nunca, jamás.
Así, aturdido como estaba, siguió caminando por los fríos y tétricos pasillos que conducían a las mazmorras, donde se encontraba la Sala Común de Slytherin.
De repente, cuando doblaba la esquina para llegar a su destino, su cuerpo chocó con otro por lo menos tres veces más grande que el de él, Cayó al suelo totalmente desconcertado y confundido, Se sentía como si hubiese sido “arrollado” literalmente por un troll de la montaña. El pasillo estaba casi a oscuras: la luz de las antorchas no era mucha a esas horas. De todas formas, seguía aturdido, ya que sabía había oído pasos, pero no que aquella persona chocaría con ella tan imprevistamente.
-Ten más cuidado por donde caminas, enclenque – le dijo una voz que se le hacía familiar. Levantó la vista y su sorpresa se agrandó al percatarse de que no era uno sino tres quienes lo miraban desde arriba (uno lo hizo solamente de soslayo). Los reconoció enseguida: eran Malfoy y su pandilla, los “extremadamente listos” Goyle y Crabbe, los guardaespaldas personales del rubio. Había chocado con Goyle, y no con Crabbe: el primero parecía querer descuartizarlo con la mirada; mientras que el otro lo observaba indiferente. Malfoy, en cambio, parecía muy ocupado examinado un objeto que tenía en la mano, aunque no podía distinguirlo bien (el mismo se volvió borroso a su vista cuando lo miró). Rápidamente, Theodore se levantó y empezó a caminar en dirección contraria a ellos cuando una mano grande y gorda, lo agrró por el hombro. Por si las dudas, sacó su varita sigilosamente del fondo de su túnica. Goyle no lo notó.
-¿¡Adónde crees que vas!? – aulló, zamarreándolo un poco. Dudaba que la varita le pudiese ayudar contra los puños de Goyle.
No obstante, antes que de que alguien pudiese hacer algo (Theodore escapar y Goyle propinarle una golpiza) la voz del rubio resonó en el pasillo. Parecía como si recién se hubiese percatado de la situación:
-¡Alto, Goyle! – exclamó, mirando severamente a su amigo. – No te atrevas... – agregó, levantando una mano. – Su familia es mucho más antigua que las nuestras combinadas... – luego su voz se apagó casi totalmente, hasta convertirse en un susurro muy bajo, como si quisiera que el muchacho Nott no lo escuchase – Vamos..., tenemos cosas que hacer...-
Goyle, quien en principio no había parecido muy convencido con lo que decía Malfoy, accedió rápidamente luego de las últimas palabras del rubio. Su semblante, cambió radicalmente de aspecto, poniéndose increíblemente serio y pálido... le dirigió una última mirada al muchacho “enclenque” (como, diciéndole “te salvaste, y no volveremos a ver otra vez, te lo aseguro”) para dirigirse luego tras Draco y Crabbe, los cuales habían empezado a caminar, hasta perderse en el pasillo. Theodore comprendió que no debía darle a Goyle tiempo para arrepentirse, así que corrió velozmente, por los (para los que no los conocían) laberínticos pasillos hasta llegar a la puerta de piedra que era la entrada de la Sala Común, que se ubicaba bajo el lago que había en Hogwarts. Pudo escuchar como Filch, el celador, y su gata Norris, luchaban contra un alumno de primero que se había levantado sonámbulo...
Aceleró el paso, no quería que también lo agarrasen a él por estar despierto a esas horas. Ingresó en la Sala como un rayo, llegó a los dormitorios de los chicos y se metió en la cama minutos después.
Esa noche, a Theodore le costó conciliar el sueño. Había varias cosas que seguían rondando en su cabeza aún entrada la noche. Primero que nada, ¿Qué hacían tres estudiantes de su casa rondando por los pasillos a esas horas, en dirección opuesta a la de él?... y más ellos tres...eso era raro. Lo más seguro era que algo estaban tramando... además, la sorprendente reacción de Goyle ante las palabras del rubio reforzaban su teoría (sabía que los gorilas le hacían caso en casi todo, pero que reaccionaran así significaba otra cosa.). “Vamos..., tenemos cosas que hacer...” la frase resonaba en su mente. Sin duda se traían algo, y no bueno, ya que Malfoy era mortífago, mientras que Goyle y Crabbe no tardarían en seguirle, sino lo eran ya...
De una cosa estaba seguro: que averiguaría lo que estaba pasando...
Pronto el sueño lo venció, y se entregó a los brazos de Morfeo. Sin embargo, no pudo escuchar, como, horas más tarde, las puertas de la escuela se abrían y tres alumnos ingresaban en ella...
Bueno, ¡hasta aquí va el primero! Nos vemos dentro de unos días...